Si existe una obra que representa la fusión perfecta entre ciencia ficción, crítica social y memoria histórica en Argentina, esa es El EternautaEsta historieta, escrita por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López, fue publicada por primera vez en 1957 y desde entonces ha sido reeditada, debatida y venerada como una de las grandes joyas de la cultura latinoamericana.
El destino trágico del autor
Héctor Oesterheld no solo escribió una historia magistral, sino que vivió en carne propia las ideas que plasmó en su obra. Militante comprometido, fue desaparecido por la dictadura cívico-militar en 1977, junto a sus cuatro hijas.
De la historieta a Netflix
Actualmente, El Eternauta , ha cobrado renombre por el éxito de la versión audiovisual estrenada en Netflix en abril de 2025, bajo la dirección de Bruno Stagnaro y la supervisión de los propios nietos de Oesterheld. En una Buenos Aires reconocible pero invadida por lo inexplicable, comienza a caer una nevada mortal, exterminando toda vida a su paso. Juan Salvo (en la serie de Netflix protagonizado por Ricardo Darín), junto a su familia y vecinos, se enfrenta a esta amenaza desconocida. Lo que parece una catástrofe natural pronto se revela como una invasión extraterrestre que exige organización, solidaridad y coraje.
El apocalipsis que empezó en el sur: Buenos Aires y el fin del mundo
A diferencia de otros relatos de ciencia ficción donde el héroe actúa en solitario, aquí la figura del héroe es colectiva: el barrio que se defiende y la familia que resiste. Esta visión convierte a El Eternauta en una historia profundamente argentina, con una mirada crítica sobre el poder, la pasividad y la resistencia. Por lo mismo, uno de los grandes desafíos de la serie ha sido traducir a otros idiomas - sin que se pierda la esencia que se quiere transmitir- los ingeniosos diálogos pícaros del lunfardo porteño. Acostumbrados al género apocalíptico norteamericano, la serie propone una mirada completamente diferente: la de toda una cultura que no es la yankee…es la argentina.
Traducir no alcanza: la fuerza de la localización cultural en América Latina
Por eso, la localización —en el sentido de traducir localmente, respetando contextos culturales y lingüísticos— se vuelve fundamental para que obras como El Eternauta crucen fronteras sin perder el alma.
Más que convertir palabras, se trata de adaptar sentidos, ritmos e incluso silencios que hablan directamente a la identidad de un pueblo. Para el público latinoamericano, eso tiene un peso especial: es una forma de ver reflejadas sus propias vivencias, dolores y formas de resistencia en producciones globales.
Por lo mismo, uno de los grandes desafíos de la serie ha sido traducirla a otros idiomas sin que se pierda la esencia que se quiere transmitir. Como gesto de firme identidad nacional, en todas las versiones se utilizó el términoMalvinas—y no Falklands—, subrayando una postura clara y orgullosa frente a nuestra soberanía. No se trata solo de un nombre: se trata de memoria, de historia, de identidad.
Incluso frente al desequilibrio entre la alta demanda por narrativas localizadas y la limitada oferta de esas adaptaciones, el impacto es potente. Cada vez que una historia respeta los códigos culturales de quienes la reciben, no solo se crea una conexión, sino que también se afirma: la mirada del Sur importa, y tiene mucho que decir.
El desafío de contar historias en un mundo dominado por el inglés
En un escenario global donde el inglés domina las pantallas, la producción de contenido en otros idiomas enfrenta un desequilibrio constante entre la oferta y la demanda. Aunque el público internacional está cada vez más abierto a escuchar voces fuera del eje anglófono, las plataformas y estructuras de distribución todavía privilegian narrativas moldeadas para ese mercado.
Esto impone obstáculos para que obras latinoamericanas, por ejemplo, ganen espacio con su propio lenguaje estético, político y emocional.
La disputa no es solo por traducción, sino por protagonismo: ¿quién tiene el derecho de imaginar el mundo —y el fin del mundo— con sus propios códigos culturales? El Eternauta, en este contexto, se convierte en un símbolo de resistencia no solo por lo que cuenta, sino por existir y persistir como una historia que exige ser leída (y ahora vista).
Obras como antídoto contra la nostalgia: memoria, identidad y pertenencia
Para quienes viven lejos de casa —ya sea por elección, necesidad o exilio— El Eternauta funcionan como mucho más que entretenimiento.
Son puentes afectivos, cápsulas de memoria colectiva que resuenan con acentos, modismos y formas de ver el mundo que a menudo faltan en la vida cotidiana. En tiempos de globalización y migración, estas historias cumplen un rol casi terapéutico: alivian la nostalgia, reafirman la identidad y ayudan a mantener vivo el vínculo con el lugar de origen.
Cuando un personaje habla como alguien de tu barrio, o resiste como tu vecino, eso no es solo ficción —es reconocimiento. Por eso, para muchos latinoamericanos dispersos por el mundo, consumir estas narrativas también es un acto de pertenencia: una forma de seguir siendo de un lugar, incluso estando lejos.
Consuelo en medio del caos: cuando la ficción abraza la realidad
Hay algo curioso —y profundamente humano— en buscar consuelo en historias sobre el fin del mundo. Tal vez porque, incluso frente al colapso, estas narrativas nos ofrecen cierto orden, cierto sentido.
En El Eternauta, la nieve que cae y arrasa con todo también revela gestos de solidaridad, improvisación y resistencia cotidiana. Y justamente ahí es donde habita el consuelo: en la idea de que, incluso en el peor de los escenarios, todavía somos capaces de cuidarnos entre nosotros.
Para muchos lectores y espectadores, especialmente en tiempos de incertidumbre política, social o personal, sumergirse en este tipo de ficción es una forma de ordenar el miedo —de mirarlo con otros ojos, menos paralizantes. El caos narrado se convierte en espejo, pero también en refugio. Y eso es poderoso.
¿Te animás a adentrarte en la atmósfera de El Eternauta y contarnos qué palabra típicamente argentina te quedó resonando? ¡Te leemos!
Y cuando la realidad parece ficción, el apoyo mutuo es lo que nos ancla.
Así como El Eternauta nos muestra que nadie resiste solo, la vida lejos de casa también necesita redes de apoyo reales. SOMOS es una de esas redes: un espacio de acogida, información y conexión para brasileños y latinos en Europa. Las plataformas digitales y las iniciativas comunitarias se han convertido en verdaderos puntos de encuentro — y tú puedes ser parte de ello.
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