Durante siglos, el mundo ha mirado hacia Europa, Asia y Norteamérica para encontrar sus referentes globales. Desde los reinos e imperios antiguos, pasando por la revolución industrial, las guerras mundiales, hasta los desarrollos tecnológicos y culturales contemporáneos, los liderazgos que han marcado la agenda internacional suelen tener origen fuera de América Latina.
América Latina, sin embargo, ha sido una región con una identidad poderosa, forjada por la mezcla de culturas originarias, africanas y europeas. A pesar de sus aportes en arte, literatura, pensamiento social y movimientos de justicia, ha carecido de referentes globales que desde lo institucional o simbólico influyan profundamente en la conversación planetaria. La región ha mirado hacia fuera, buscando inspiración, ejemplos y directrices. Pero pocas veces ha sido ella misma una fuente de referencia y liderazgo universal.
Nuevos Protagonistas: Papa Francisco y José Mujica
Esto cambió en los últimos quince años con la irrupción de dos figuras excepcionales: el Papa Francisco y José “Pepe” Mujica. Provenientes de Argentina y Uruguay, respectivamente, estos dos líderes, desde sus roles distintos pero con preocupaciones comunes, lograron captar la atención del mundo. Francisco, elegido como líder de la Iglesia Católica entre 2013-2015, y Mujica, presidente del Uruguay entre 2010 y 2015, se han convertido en voces humanas que trascienden sus cargos y fronteras.
Ambos nacieron en el sur de América, una región históricamente considerada periférica por los centros de poder global. Y sin embargo, hablaron y actuaron con tal claridad, profundidad y coherencia, que terminaron por convertirse en referencias indispensables para entender los grandes desafíos del presente.
Papa Francisco: rupturas de paradigmas en el Vaticano
El Papa Francisco rompió esquemas desde el inicio de su pontificado. Primer Papa latinoamericano y primer jesuita en ocupar el cargo, se ha destacado por una visión humana y global, profundamente comprometida con los problemas reales del mundo. Nunca dudo en usar su voz para alertar sobre el calentamiento global, defender el papel de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, ni para abogar por los migrantes y los pobres. Su encíclica Laudato Si’ (2015), sobre el cuidado del planeta, no solo ha sido un documento eclesial, sino también una hoja de ruta en la lucha contra el cambio climático, ampliamente citada por la comunidad científica, líderes políticos y organizaciones civiles Laudato Si’ (2015), sobre o cuidado com o planeta, não foi apenas um documento eclesial, mas também uma verdadeira carta ética na luta contra a mudança climática, amplamente citada por cientistas, líderes políticos e organizações civis.
Francisco ha puesto en el centro de la conversación global valores que muchas veces han sido marginados por el pragmatismo político o económico: la compasión, la solidaridad, el respeto por la diversidad cultural, la dignidad humana. Y lo ha hecho desde una institución tradicional, mostrando que el cambio también puede venir desde dentro.
José Mujica: una resistencia que desafía al sistema
José Mujica, por su parte, encarnó un estilo de liderazgo radicalmente distinto pero igualmente poderoso. Conocido por su austeridad, su lenguaje directo y su coherencia de vida, Mujica llegó a la presidencia de Uruguay con un pasado de lucha armada, cárcel y resistencia. Desde el gobierno, y luego desde el retiro, se convirtió en una figura simbólica de honestidad, sentido común y crítica al consumismo desenfrenado. Su célebre discurso ante la ONU en 2013, donde cuestionó el modelo de desarrollo basado en el crecimiento ilimitado y el sacrificio del medio ambiente, le valió reconocimiento internacional. Mujica habló como pocos presidentes lo han hecho: con sencillez, profundidad y humanidad.
Al igual que el Papa Francisco, Mujica hizo del medio ambiente una prioridad, pero también puso el foco en los migrantes, la desigualdad, el rol central de la mujer en la construcción de sociedades más justas y la necesidad urgente de rescatar el sentido de comunidad en un mundo cada vez más individualista. Su vida sobria, su renuncia a los privilegios del poder y su coherencia ética lo convirtieron en un referente para jóvenes, activistas y ciudadanos desencantados con la política tradicional.
Francisco y Mujica: la migración como motor de desarrollo
En este contexto, tanto Francisco como Mujica han insistido en la necesidad de una mayor sensibilización frente al fenómeno migratorio. Lejos de ser una amenaza, la migración ha sido, históricamente, un motor de desarrollo, enriquecimiento cultural y revitalización económica para numerosas naciones.
Ambos líderes han abogado por una mirada más humana y solidaria hacia quienes se ven forzados a abandonar sus tierras, recordando que el verdadero progreso de una sociedad se mide también por su capacidad de acoger al otro con dignidad. Sus voces se alzan para recordarnos que la migración es una oportunidad para construir sociedades más justas, diversas y resilientes. Ambos líderes han coincidido en algo esencial: poner lo humano en el centro. En tiempos de crisis climática, polarización política y desconfianza social, tanto Francisco como Mujica han recordado al mundo que no se puede construir un futuro sostenible si no se recupera la ética del cuidado: del otro, del planeta, de los más vulnerables. Y esto lo han hecho desde América Latina, una región muchas veces asociada a la pobreza, la corrupción o la inestabilidad, pero que en ellos encontró ejemplos de liderazgo auténtico y universal.
En un mundo ávido de referentes éticos, Francisco y Mujica han demostrado que el liderazgo latinoamericano basta con la coherencia, la empatía y el compromiso genuino con la dignidad humana. Por eso, no sorprende que hoy el mundo los escuche, los cite y los admire. Porque, al fin, América Latina también tiene algo que decir, y lo está diciendo con claridad.
La trayectoria inspiradora de líderes como el Papa Francisco y José Mujica demuestra que América Latina tiene mucho que ofrecer al mundo — no solo en valores éticos, sino también en sentido de comunidad y solidaridad. Hoy, en medio del duelo por estas lideranzas y de la lucha contra la xenofobia y las políticas (anti)inmigración, la conexión entre brasileños y latinos en el exterior se vuelve aún más esencial.
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