Paddington en el Perú: ¿Oso andino, oso británico – inmigrante, ícono o ignorante?

En esta época del año, mientras Gran Bretaña se encuentra bajo la oscuridad y el frío, el Perú se convierte en la “manzana de los ojos” británicos. Paddington in Peru (Dougal Wilson, 2024) lidera la taquilla ofreciendo una reconfortante dosis de nostalgia a los fanáticos del osito que marcó la infancia de muchos hogares. Sin embargo, detrás de esta aventura aparentemente inocente, se esconden capas de complejidad que merecen ser exploradas.

El osito Paddington, un inmigrante que llega desde un país lejano y desconocido, siempre ha sido símbolo de acogida y aceptación. Su historia trata temas como la inmigración, la adaptación y la convivencia entre culturas. Al instalarse con la familia Brown en Londres, Paddington se convierte en un reflejo de la experiencia migrante: alguien que, aunque distinto, posee un corazón puro y buenas intenciones. No obstante, su regreso al Perú en Paddington in Perurevela otra cara de la inmigración: cómo las culturas externas suelen ser representadas como “exóticas”, misteriosas o incluso primitivas.

Al llevar a Paddington de regreso a su tierra natal, el Perú, el filme presenta un país retratado como un lugar “lejano”, lleno de misticismo y tradiciones arcaicas. Lo que falta en esta representación es la presencia de un verdadero “otro” con autenticidad cultural: un peruano que viva, hable y represente su propia tierra. En cambio, se recurre a figuras españolas, como un eco de la herencia colonial, manteniendo la visión de un Perú que mezcla lo moderno y lo arcaico de forma superficial.

Este enfoque reproduce una mirada colonial aún dominante en las representaciones de culturas no occidentales, donde el “otro” es mostrado no a través de su propia voz, sino filtrado por una perspectiva europea. Aunque la historia de Paddington celebra, en parte, la convivencia entre culturas, también pone de manifiesto cómo la otredad sigue presente: el Perú es pintado como un decorado exótico, en lugar de ser retratado con toda la riqueza de su historia y su diversidad cultural.

En un nivel más profundo, la película toca un tema crucial: cómo se representa a los migrantes y a las culturas en el imaginario colectivo. Por un lado, Paddington simboliza la aceptación, al ser recibido con cariño en Londres. Por otro, su visita al Perú muestra cómo los “otros” continúan siendo estigmatizados o reducidos a postales turísticas, sin espacio para la complejidad de sus experiencias e identidades.

Esta exotificación implica que la cultura local muchas veces debe ser transformada o diluida para encajar en una narrativa que sea “más digerible” para el extranjero. Incluso en una historia protagonizada por un personaje tan entrañable como Paddington, queda claro el desafío de representar culturas extranjeras sin simplificarlas ni distorsionarlas.

Paddington in Peru es una película encantadora en apariencia, pero que también refleja cómo las dinámicas de poder, estigmatización y exotificación de culturas no occidentales siguen presentes, incluso en el cine familiar. El osito, símbolo de bondad y ternura, también se convierte en una oportunidad para cuestionar los estereotipos que seguimos reproduciendo sin darnos cuenta.

La representación del Perú en el filme no solo ignora su complejidad cultural, sino que también borra su riqueza natural e histórica. La Amazonía peruana —una de las mayores reservas de biodiversidad del planeta— y los pueblos indígenas que la habitan desde hace milenios están completamente ausentes. En su lugar, se muestra un Perú reducido a ruinas y montañas lejanas, como si fuera una tierra mágica detenida en el tiempo. Esta omisión no es solo geográfica, sino una falla grave en reconocer la vitalidad contemporánea del país.

De igual forma, el pueblo inca, una de las civilizaciones más avanzadas de la América precolombina, es retratado de forma superficial y mística. Sus logros en arquitectura, organización social y agricultura son ignorados, y en su lugar se ofrece una imagen de “misterios antiguos” y “tesoros escondidos”. Esto refuerza la idea de que su legado es parte de un pasado lejano, desconectado de los descendientes incas que hoy siguen resistiendo, hablando sus lenguas y preservando sus tradiciones. Una vez más, el relato occidental prefiere el mito al testimonio real.

Un dato poco explorado es que Paddington está inspirado en el oso andino (Tremarctos ornatus), una especie nativa de las montañas sudamericanas y en peligro de extinción. Este animal, tímido y fascinante, rara vez recibe atención en los medios, y la película no aprovecha la oportunidad de conectar al personaje con su verdadero hábitat. Paddington es tratado más como una figura mítica occidental que como un reflejo del ecosistema andino o amazónico. Así, se pierde una oportunidad valiosa de hablar sobre biodiversidad, medio ambiente y los desafíos que enfrentan estas regiones.

Además, aunque Paddington proviene del Perú, no hay rastro de la cultura peruana en su identidad. Habla con acento británico perfecto, tiene modales de caballero inglés y nunca muestra señales de influencias lingüísticas o culturales locales. Esta desconexión borra cualquier posibilidad de una fusión cultural que refleje la riqueza del Perú, país que es cruce de influencias indígenas, españolas y modernas. En su lugar, el personaje permanece “universalizado”, o más bien, occidentalizado, borrando sus raíces.

Esto es especialmente preocupante si consideramos que el público principal del filme son niños, quienes pueden absorber sin filtro estos estereotipos. En una era donde las pantallas forman gran parte del universo infantil, las historias que consumen tienen un peso formativo enorme. Los creadores de contenido tienen la responsabilidad de no solo entretener, sino también representar el mundo de forma justa y diversa.


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