Imagina un lugar donde tres naciones se encuentran, formando el origen de una biodiversidad única en el mundo, así como una variedad cultural. Este es el Pantanal, el corazón palpitante de América del Sur, donde Bolivia, Brasil y Paraguay se unen para proteger — y, a menudo, disputar — uno de los mayores tesoros naturales del planeta. Habitado por pueblos indígenas que luchan por preservar sus tradiciones y coexistir con ganaderos y vaqueros, el Pantanal es mucho más que un escenario de telenovela: es una joya amenazada. En medio de los incendios devastadores que marcaron la pandemia, la región mostró su fuerza y fragilidad. Ven y descubre con nosotros las leyendas, los "causos" y los encantos que hacen del Pantanal un verdadero santuario y un desafío para el futuro.
En las vastas llanuras del Pantanal, las historias son como ríos: fluyen de boca en boca, desbordando recuerdos y tradiciones que informan y entretienen desde varios ángulos. Las narrativas pantaneras, contadas al pie del fuego o en círculos de amigos, son más que entretenimiento: son un legado que resiste al paso del tiempo. Sin embargo, con la llegada de la radio, la televisión y, más recientemente, internet, el ritmo de estas historias comenzó a cambiar. Poco a poco, las voces ancestrales fueron opacadas por antenas parabólicas e influencias externas, trayendo nuevos desafíos para la transmisión oral de las tradiciones locales.
Y detrás de estas historias, encontramos la trayectoria de los pueblos indígenas del Pantanal, marcada por injusticias y violencia, pero también por una fuerza y adaptabilidad extraordinarias. Comprender la historia de las etnias que habitan esta región es reconocer su profundo conocimiento del entorno y su lucha constante por preservar un modo de vida que desafía las fuerzas de la modernidad. En el corazón del Pantanal, una diversidad de pueblos indígenas lleva siglos de historia y un profundo conocimiento de la tierra y las aguas que los rodean.
El pueblo Kadiwéu, heredero de la nación Guaikuru, es un símbolo vivo de fuerza y habilidad. Conocidos como guerreros y caballeros excepcionales, cruzaron fronteras en busca de supervivencia, migrando desde el norte de Paraguay hacia el territorio brasileño, donde se establecieron en las regiones de Mato Grosso do Sul y Goiás. En un capítulo decisivo de la historia, los Kadiwéu decidieron aliarse con Brasil durante la Guerra del Paraguay, marcando su destino. Se dice que, como reconocimiento por su valentía, se aseguró el derecho a sus tierras. Hoy, al conocer la historia de los Kadiwéu, vemos no solo un pueblo que resistió, sino que, hasta hoy, preserva sus tradiciones en un escenario de constante cambio.
Los Terena y los Kinikinau, remanentes del pueblo Guaná, cruzaron el río Paraguay en el siglo XVIII y se establecieron en las márgenes del río Miranda. Conocidos por su tranquilidad y habilidades agrícolas, estos pueblos cultivan vínculos históricos y culturales que siguen floreciendo en la región.
Los Guató, también conocidos como los “indios canoeros,” viven en las fronteras entre Corumbá y Cuiabá, en Mato Grosso. De naturaleza nómada, dominan el arte de navegar y se adaptan constantemente a los ciclos de las aguas y los cambios del entorno.
Más al sur, en Paraguay, se encuentran los Ayoreo y los Yshir Chamacoco, con raíces en las áreas de Bahía Negra y Fuerte Olimpo, en el Departamento de Alto Paraguay. Estas comunidades viven de manera organizada y autosuficiente, dedicadas a la caza, la pesca, la recolección y la artesanía.
Mato Grosso do Sul es rico en mitos y leyendas que habitan la imaginación local. Se dice que Sinhozinho, un fraile mudo de Bonito, selló una serpiente gigante en un agujero con una cruz, y si esa cruz se retira, la ciudad será devorada por las aguas. El tuiuiú, ave símbolo del Pantanal, lleva la tristeza de esperar alimento sobre la tumba de una pareja indígena. El João-de-barro, fiel a su pareja, cierra a su compañera en el nido si hay traición. El Mãozão, una criatura peluda, enloquece a quien la toca, mientras que el Minhocão, una serpiente gigantesca, devora pescadores y hunde canoas. El Pé-de-Garrafa, con un pie en forma de fondo de botella, silba para marcar territorio, y el Come-língua, una criatura maldita, arranca lenguas de animales. El Negro-d'água, un ser humano acuático, y la Mãe-d'água, protectora de los peces, completan este universo de mitos que reflejan la cultura y el ecosistema de la región.
No solo ficción, el Pantanal también es víctima de incendios y condiciones climáticas de sequía. Además, en Mato Grosso do Sul (15% del Pantanal), se presenta la mayor incidencia de violencia contra las mujeres en Brasil. Detrás de estas alarmantes estadísticas, están las mujeres Guaraní y Kaiowá, que enfrentan violencia sexual y de género, violencia moral, intolerancia religiosa, incendios criminales, enfermedades y exposición a plaguicidas. Este ciclo continuo de agresiones físicas y psicológicas es producto de un legado de violencia colonial y explotación ambiental, que persiste hasta hoy, 524 años después, en forma de genocidio, epistemicidio y ecocidio.
En el corazón de muchas de estas aldeas, las mujeres juegan un papel fundamental como portadoras del conocimiento a través de la tradición oral. Los mayores son los rezadores, profesores, artesanos y agentes de salud, mientras que las generaciones más jóvenes tienen la responsabilidad de aprender y difundir el conocimiento más allá de la aldea.
El Pantanal, uno de los escenarios más ricos y enigmáticos de Brasil, sigue siendo poco explorado en la dramaturgia nacional, lo que contribuye a su magnetismo misterioso y afectivo, especialmente desde su primera versión en la TV Manchete en los años 90. Sin embargo, este magnetismo no fue suficiente para salvar la versión más reciente de la telenovela, emitida en 2022, que no hace justicia a la grandeza del lugar. A pesar de seguir retratando la región, la telenovela peca al cargar con prejuicios y un elenco con poca diversidad, perpetuando estereotipos. La telenovela brasileña continúa reproduciendo estigmas, desde el caipira genérico hasta el trato reductivo de las minorías, afectando negativamente la percepción social del público. Este retrato distorsionado, basado en estereotipos, no solo limita la riqueza cultural del Pantanal, sino que también refuerza en el imaginario colectivo una visión prejuiciosa y limitante.
El Pantanal no es solo un patrimonio natural de incomparable belleza, sino un lugar que lleva historias de resistencia, diversidad y cultura. Su preservación es urgente, no solo por la riqueza de su fauna y flora, sino también por la dignidad de las comunidades indígenas que allí habitan y la lucha constante por sus derechos. Para recordar, es necesario (re)conocer. Para que las futuras generaciones sigan conectándose con la tierra, sus leyendas y tradiciones, es esencial que todos nos involucremos en la protección de este ecosistema único y sus riquezas culturales.
¡Ven a SOMOS!Aquí celebramos la diversidad de ser latino y la conexión verdadera con las raíces y culturas que moldean nuestro continente. ¡No olvides suscribirte a nuestra newsletter para estar al tanto de novedades, consejos, contenidos exclusivos y mucho más sobre América Latina y el futuro de sus tesoros naturales! Juntos, podemos garantizar que el Pantanal y sus tradiciones sigan vivos para las próximas generaciones.