Cuando me mudé al Reino Unido, quedé sorprendida por la libertad que sentí. La emoción de recorrer calles sin miedo, de descubrir rincones nuevos en una ciudad que se sentía como un lienzo en blanco. Pero con el tiempo entendí que esa libertad, para muchos de nosotros, es condicional. Depende de las páginas de nuestro pasaporte, de la tinta invisible en las condiciones de la visa y de esos silencios cómplices cuando alguien dice: "Estoy esperando la respuesta del Home Office."
Como latinoamericanos en Europa, cargamos mucho más que maletas: llevamos un trauma profundo y silencioso, marcado por la incertidumbre. Mientras algunos cruzan fronteras con solo una mochila y espíritu aventurero, nosotros llegamos con documentos, ahorros, expectativas familiares y el peso de un sello que puede decidir si somos "aprobados" o "rechazados".
Invertimos nuestros ahorros —en muchos casos, los ahorros de toda una familia— para buscar un futuro mejor. Muchos llegamos como estudiantes internacionales, pagando más de £100,000 por una carrera de cuatro años en el Reino Unido, o decenas de miles de euros en Alemania, Francia o Países Bajos. Creemos que un diploma de un país “desarrollado” es un pase directo a la estabilidad. Sin embargo, después de graduarnos, descubrimos que ni el título ni el dinero garantizan un empleo, y mucho menos un patrocinio de visa.
El precio de la migración de los latinos en Europa
También llegan profesionales: médicos, ingenieros, artistas, especialistas, etc., armados de experiencia y sueños. Nos adaptamos, aprendemos nuevos idiomas, demostramos nuestro valor una y otra vez. Y aun así, después de conseguir un empleo, basta un correo de recursos humanos o un cambio de política para que todo se derrumbe en cuestión de segundos.
Esta es una guerra silenciosa que libramos cada día: la lucha por la seguridad migratoria y legal. Hacemos fila en embajadas, actualizamos portales de aplicaciones a las tres de la mañana y celebramos una aprobación de visa como si hubiéramos ganado una medalla olímpica.
Pero, ¿por qué tiene que ser así?
Los invisibles que hacen funcionar al país
El discurso siempre gira en torno a la "migración ilegal" y el "control de fronteras". Pero nosotros, los migrantes legales y calificados, casi nunca somos parte de esa conversación. Somos quienes cubren vacantes críticas en hospitales, diseñan tus aplicaciones favoritas, lideran laboratorios de investigación o construyen la infraestructura que sostiene estas sociedades. No somos simples "extranjeros"; somos contribuyentes, inversores, soñadores y solucionadores de problemas.
Sin embargo, cada vez más países "desarrollados" están dificultando nuestra permanencia. Lo vemos en Estados Unidos, donde los profesionales con visas H-1B viven en constante incertidumbre. Lo vemos en Alemania y Francia, que han endurecido sus rutas migratorias. Y ahora lo vemos en el Reino Unido, donde incluso los estudiantes más brillantes y los profesionales altamente calificados se enfrentan a caminos casi imposibles para conseguir residencia a largo plazo.
Esa incertidumbre deja cicatrices. Muchos dejamos de planear el futuro: no compramos esa casa, no abrimos ese negocio, no terminamos de echar raíces. Nos convertimos en expertos en vivir en el “quizás”. Nos dicen “busca otro patrocinador” como si fuera tan fácil como pedir un café.
Latinos en Europa y el sueño
Pero, a pesar de estos obstáculos, los latinos somos resilientes. Sabemos construir desde cero —ya lo hemos hecho antes y lo volveremos a hacer—. Creamos redes donde no las hay, nos apoyamos con información, contactos y respaldo emocional. Fundamos negocios, comunidades y puentes culturales.
Merecemos más que un sello temporal de aprobación. Merecemos garantías de que nuestro esfuerzo, inversión y contribuciones serán valorados a largo plazo. Merecemos sentir que nuestros sueños no dependen de un simple cambio de política o de un algoritmo que decida nuestro destino.
Si vamos a invertir en estos países —económica, cultural y emocionalmente—, necesitamos que esos países también inviertan en nosotros.
Este no es solo un problema migratorio; es una historia humana compartida sobre pertenencia, justicia y el valor de soñar.
El valor humano más allá del pasaporte
Así que, a cada latino que lea esto, ya sea que estés actualizando tu portal de visa en este momento o que hayas llegado hace poco a una nueva ciudad con el corazón lleno de esperanza, recuerda: tu valor no se define por un pasaporte. Eres mucho más que un estatus migratorio.
Cruzamos océanos. Cruzamos fronteras. Pero nuestro espíritu... ese es imparable.
Si te identificaste con esta lucha y quieres seguir conectado a una comunidad que entiende y apoya los desafíos de los latinos en Europa, únete a la comunidad. SOMOS — un espacio de acogida, información y conexión para brasileños y latinos que viven o están llegando por aquí.
Suscríbete a nuestro newsletter y recibe semanalmente contenidos hechos para ti: historias reales, guías esenciales, consejos prácticos para facilitar tu día a día, promociones exclusivas, curiosidades ¡y mucho más!
Porque juntos somos más fuertes, y nuestro espíritu es imparable.






