El 31 de octubre, mientras muchos celebran Halloween y el Día de los Muertos, Brasil también honra a una figura única y encantadora ¡el Saci-Pererê!Establecido oficialmente en 2003 como parte de un esfuerzo por rescatar y promover las tradiciones y mitos brasileños, este joven negro travieso, de una sola pierna, con su gorro rojo y su pipa en la boca, es una verdadera joya del folclore nacional.
La leyenda del Saci se remonta a la época colonial, con raíces en las tribus indígenas del sur de Brasil. El nombre “Saci” proviene del término tupi sa’si, relacionado con un ave conocida por su carácter encantador y juguetón. Con el tiempo, el personaje fue transformándose, y hoy en día se lo representa como un joven negro que perdió una pierna mientras practicaba capoeira, un arte marcial de origen africano. Esta mezcla de influencias revela la fuerza y la resistencia del pueblo brasileño.
Durante el siglo XX, el Saci se convirtió en un ícono de la cultura brasileña, apareciendo en libros, cómics, series y películas. Una de las versiones más famosas es la del escritor Monteiro Lobato, quien lo inmortalizó en su libro O Saci, de 1921, donde lo describe como un ser pequeño, mágico y siempre listo para hacer travesuras:
“El saci es un diablillo de una sola pierna que anda suelto por el mundo, armando todo tipo de travesuras […] Agria la leche, rompe las puntas de las agujas, esconde las tijeritas de uñas…”
Esta cita resume perfectamente la esencia traviesa del Saci, que, aunque hace algunas maldades, no es malvado. Es una figura simpática y encantadora, capaz de convertirse en un torbellino y desaparecer en el aire. Además, se dice que es guardián de plantas y hierbas medicinales, con un vasto conocimiento de medicina natural.
En distintas regiones de Brasil, especialmente en el Norte, el Saci adopta otras formas y características fascinantes, mezclándose con otras criaturas míticas del folclore brasileño. A veces se le confunde con el Curupira, el guardián del bosque con cabellos de fuego y pies al revés, o con la Caipora, una entidad protectora de los animales del monte que engaña a los cazadores.
En algunas versiones, el Saci se transforma en un ave nocturna, cuya presencia se delata por un silbido aterrador que resuena en medio de la selva, desorientando a los viajeros desprevenidos. Ese sonido escalofriante, que muchos confunden con el canto de una lechuza, puede poner la piel de gallina, como si una presencia invisible los siguiera. Esta mezcla de picardía y poder mágico lo convierte en una figura aún más intrigante, con múltiples interpretaciones según la región.
¿Y cómo protegerse del Saci? Se dice que lanzar un colador al suelo o usar un rosario de siete nudos puede ayudarte a atraparlo cuando se convierte en torbellino, o a evitar que enrede a los animales. Si ves polvo levantándose y remolinos repentinos, ¡cuidado! Puede que el Saci esté cerca, haciendo de las suyas.
A pesar de sus bromas, el Saci es muy querido en el folclore brasileño. Con su ingenio, más nos hace reír que temer. Su identidad negra es un símbolo nacional que ayuda a combatir el racismo, destacando la rica diversidad del país. Brasil tiene la mayor población negra fuera de África, y este pueblo —históricamente marginado tras la abolición de la esclavitud— es pieza clave de su cultura e identidad. La leyenda del Saci-Pererê promueve su representación, abriendo espacios y visibilidad. Fue el primer héroe negro para niños, presentado ya en 1921.
En este Día del Saci-Pererê, celebremos no solo la picardía, sino también la riqueza del folclore y la importancia de la diversidad cultural que une a nuestros pueblos latinoamericanos. Que el Saci nos inspire a valorar nuestras tradiciones y a redescubrir la magia que vive en cada historia que contamos. ¡Todavía hay mucho por (re)contar!
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